Sin Título - Cuarta Parte

La primera vez, te vi, y pensé que podría dominarte, que te iba a conquistar, como si yo fuera un Marco Polo, un Napoleón.

¡Qué equivocado estaba! porque no se puede dominar algo que no conoces, y es imposible dominarte, porque eres como el océano, una fuerza de la naturaleza, una fuerza bella, una fuerza tremenda, nadie te domina, ni te dominará.

Así, la primera vez,  me di cuenta de mi error; sufrí varios embates, cuando me di cuenta, ya no tenía barco, ya no tenía ancla, ya no tenía remos, ya no tenía balsa, me quedaban los brazos, y luche por seguir adelante.

La primera vez, supe que no podré dominarte, que tu fuerza avasallante y tu belleza abrumadora, me trataban como un viejo trapo sobre las olas: estaba a merced de ambas.

La primera vez, terminé agotado y derrotado, un poco triste y ofuscado, por mi torpeza, por mis ínfulas, por mi orgullo.

La primera vez, acabé triste, porque no te conocí, porque no conocí el mar; sólo veía olas y olas y agua y la superficie dura que me golpeaba sin clemencia, por mi estupidez, por mi pedantería. Aprendí.

Así fue la primera vez.



La segunda vez, fue diferente, ya sabía, así que no quería dominarte, esta vez no trataría de conquistarte.

La segunda vez, me propuse ser tu compañero, como un pez pequeño y frágil en el océano, como un experto pescador en un botecito: me dejaría llevar, y sería dócil, y el viento y tu fuerza y tu belleza me mantendrían a flote.

Así, la segunda vez, logré ver paisajes hermosos, logré admirar y sentir el océano: tu belleza, tu fuerza.

La segunda vez, terminé exhausto y satisfecho, terriblemente agotado pero contento, porque  fue un viaje emocionante, porque la segunda vez, conocí un poquito de ti, la segunda vez conocí un poquito el mar, y el viaje fue mucho mejor, porque tu fuerza y tu belleza siguen intactas, pero esta vez me sonrieron, me trataron bien, y yo estuve feliz.

La segunda vez, aprendí mucho más; porque tu al igual que el océano, eres inconmensurable; así, un viaje no basta, sin embargo cada viaje es una novedad, es satisfactorio, cada viaje y cada encuentro será pleno, siempre habrá un rincón que recorrer, nuevos paisajes para ver, algo nuevo para conocer, siempre habrá un nuevo lugar para sumergirse, para aprender y sentir.


Y podrán ser diez mil viajes, diez mil encuentros, pero el océano no se conoce y no se aprende con diez mil viajes, tendré que ser paciente, tendré que estar dispuesto a emplear tiempo, disciplina y empeño en cada viaje.

Porque vale la pena conocerte a ti, vale la pena conocer el océano.











Hasta la próxima.

Comentarios

Entradas populares