Ideas Fugaces (IX)

— Menos mal vino.

— Pues porque insististe mucho. ¿Estás enojado? ¿Porqué me hablas así?

— Porque así es más sencillo, más crudo, pero más real, y porque me cansé de andar arrastrándome como un perro detrás suyo.

— ¡Ups! ¿Y de qué quieres hablar? para eso estoy aquí

— Si, de verdad necesitaba hablar con usted.

— ¿De qué?

— Yo la cagué.

— Jajaja, ¿a qué te refieres?

— Con usted, yo la cagué con usted. Es decir, usted me gusta, la aprecio, quizás la amo. Pero no la necesito, y al final usted no me llena.
La cagué, por ilusionarme, porque yo pensé que era diferente, me imaginé otras cosas, otra mujer.
Pero no, usted no tiene la curiosidad que yo necesito, que yo deseo ver en alguien.
Tal vez la ofenda, pero a usted no le gusta pensar.

— ¡Claro que me ofendes! No pensé que fueras así.

— Cálmese. No quiero decir que no piense. Quiero decir que usted quiere y desea una vida plana, de casa, carro, familia, aparentar, decir que tanto dinero tiene, sonreír los domingos frente a otras personas iguales a usted en un centro comercial. Hablar de la novela de la noche anterior, de la ropa en el mostrador de la tienda de moda, en fin, esas estupideces. Y yo no quiero eso, yo no necesito eso. No lo busco y nunca lo he buscado.

— ¡Vaya! ¿Todo esto es por lo que te dije alguna vez?

— No, es porque he podido pensar, darme cuenta de muchas cosas.

— ¿Cómo cuáles cosas?

— Como que yo no deseo dinero y estabilidad, mejor dicho, si, un poco, pero yo no deseo ostentar mi dinero para decir que soy feliz, mostrar que tengo o que viajo o que compre tal o cual cosa.
Yo quiero leer, aprender, ver y escuchar, y para eso requiero sobre todo tiempo, no tanto dinero.
Yo no quiero cada fin de semana ir a donde mis amigos a decir que tengo una vida magnífica y feliz, u organizar una comida para que vengan a felicitarme por mi vida mientras yo hago alarde de cosas superficiales que me valen muy poco.

— Pero a mi eso me parece normal, y algo estable, es seguro ¿Por qué te disgusta eso?
 
— Es que usted busca seguridad y yo no le puedo ofrecer eso, yo no le quiero ofrecer eso. Y no porque yo sea inseguro o esté cagado del miedo, sino porque no me nace vivir seguro, yo necesito sentir el agua al cuello, necesito sentirme libre. Y si hay libertad no hay seguridad.
Necesito pensar cada cosa de esta vida, necesito cuestionar prácticamente todo, la sociedad, el dinero, los números, las personas, la vida, las creencias, lo que sentimos, lo que no, en fin, necesito cuestionar todo eso.
Tal vez soy un adolescente tardío, un niño pendejo todavía, no sé.
Pero tengo una curiosidad voraz, a veces no lo parece, pero necesito cuestionar todo eso, y para poder cuestionarlo bien, necesito estar fuera de todo ese ambiente, y sino no puedo, porque se me embotan los sentidos y dejo de preguntarme y me siento frustrado, y termino librándome de esa furia con gente que ni lo merece.
Por eso le pido perdón, de verdad, usted es muy linda, interesante, capaz, en fin, llena de cualidades, pero yo no la necesito, porque al final, usted no alimenta esa curiosidad en mi, ese deseo de ir en contra de todo lo que damos por sentado.
Usted quiere una paz típica, una paz prediseñada hace tiempo en la cual la gente vive feliz en una casa, tiene un carro, hijos, mascotas y trabaja lunes a sábado, ve televisión, duerme, come, compra cosas en grandes almacenes, ve lo que está de moda, lee poquísimo. Vive a la moda, piensa a la moda, ríe a la moda. Una paz donde todos son felices consumiendo y riendo, y aparentando, donde las personas son cascarones vacíos, con hermosas sonrisas etéreas.
Yo no quiero eso, prefiero encerrarme a leer durante tres o cuatro días, o quizás quedarme a ver películas viejas o nuevas, así sean malas, leer todo lo que se cruce por delante, escuchar toda la música que pueda, pero sobre todo sentirla, prefiero quedarme todo un día acostado escuchando radio o música o mis pensamientos sin ningún objetivo claro.
Mi prioridad no es un carro, no es comprar cada tanto ropa, no es salir a comer en un McDonalds cada que pueda y sonreír falsamente sin sentirlo.
Lo siento, no busco eso.
Yo no quiero pensar en un futuro, porque no hay certeza de tal cosa, yo quiero sentarme a pensar en cada uno de esos eventos, que valor tiene cada uno de los logros de la gente, prefiero sentarme a pensar y a mirar a las personas, a imaginar escenarios, a mirar que sentido tiene esta vida.
Yo no quiero dejarme llevar por el afán de sobresalir en el que viven todos, porque no me apetece, no lo busco. Si se mira bien, al final todos terminamos muertos y olvidados, con el tiempo suficiente no somos sino una pequeña deformación en una larga tira llamada vida.
Y yo no quiero vivirla como dicen que debe ser vivida, sin cuestionarla, porque al fin y al cabo sólo la voy a vivir una vez, yo quiero preguntarme el por qué de la existencia. Y no sólo existir como objetos creados en fábricas.

Lo siento, hasta luego.

— ¿Y ahora qué?

— Eso era lo que tenía que decirle. Gracias por su tiempo.

— ¿Y ahora...

— Ahora nada. Chao







Hasta la próxima

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