Sueños húmedos y las ratas
— Yo siempre sueño.
— Yo no. Es más, cuando sueño son pocas las cosas que sueño, la mayoría de las veces son con ratas. Digamos de cada diez sueños, ocho son con ratas, y los otros dos son con mujeres.
— ¿Con ratas? Los de las mujeres deben ser buenos.
— Si, con ratas. Los de las mujeres la mayoría de las veces es teniendo sexo, y son buenos, muy
buenos.
— ¿Y las ratas?
— Las ratas son ratas y nada más, no me gustan en exceso.
— Jajajaja. Quiero decir ¿cómo son los sueños de las ratas?
— Son siempre parecidos. Hay muchas ratas, por todos lados.
— ¿Pero qué pasa?
— Ahhh, pues es curioso, siempre estoy en algún sitio que yo
conozco, la casa, una cafetería, un bar, en fin; y de un momento a
otro, empiezan a aparecer ratas, empiezan a aparecer por todos lados,
incluso del techo, son numerosa, muchas, son tantas que el techo cede
y se desploma, y ellas siguen avanzando hacia mi.
— ¿Y lo muerden? ¿lo atacan?
— No, no me hacen nada, se trepan encima mío, apenas si veo por
donde camino, como si fuera yo una balsa flotando en un mar de ratas
y algunas se trepan para salvarse.
— Es asqueroso.
— Pues son ratas, de diversos tamaños y colores, algunas hasta
simpáticas.
— Jajaja. Es un sueño raro.
— Lo raro es que se trepen encima mio, como si yo fuera un
maldito mesías que puede salvarlas. Medio ilusas, yo tampoco se para
donde voy, ni se que hacer.
— Jajajaja, ¿Y cada cuánto sueña con ellas?
— No sé con exactitud, seguido, a veces hasta dos o tres días
seguidos. A veces pasa un buen tiempo y regresan ellas a trepar sobre
mi.
— Jajaja. Es un sueño raro.
— Es un sueño roedor, lo deja a uno extraviado y cansado, le
quita el descanso a mordiscos.
— Jajaja ¿Y los otros?
— ¿Los otros qué?
— Los otros sueños.
— ¿Los de las mujeres?
— Si, ¿qué tal esos?
— Esos son buenos.
— Pero ¿cómo son?
— Pues son sencillos. Hay mujeres.
— ¿Quienes?
— Mujeres conocidas, amigas, vecinas, compañeras de trabajo, de
universidad, de colegio, hasta primas.
— ¿Y qué pasa?
— Que por alguna razón extraña, en los sueños se dan cuenta
mucho más rápido de lo atractivo e irresistible que soy, y entonces
se excitan muchísimo.
— ¿Y luego?
— Pues sucede la consecuencia más natural de la excitación de
ellas y la excitación mía. Terminamos teniendo sexo.
— Jajajaja.
— ¿Y es bueno?
— Siempre, soy el mejor hombre para tener sexo con mujeres, soy
increíble, ni Zeus con todo su poder y su rayo y sus trampas es tan
bueno en el sexo como yo.
— Jajajaja.
— De verdad, soy excelente, soy el último peldaño en la escala
evolutiva en cuanto al sexo se refiere; soy tan bueno, que en mis
sueños, ella o ellas, depende, han sido sueños hasta con tres
mujeres, ellas siempre desean más, pero están tan cansadas que
necesitan descansar y yo sólo permanezco admirándolas, satisfecho y
con deseos de copular más.
— Jajajajaja. Un sueño bastante egocentrista y mentiroso.
— Tal vez, no lo sé. Pero de verdad, soy el mejor. Tan bueno
que a veces cuando me doy cuenta de que es un sueño creo que le voy
a hacer agujeros al colchón.
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