Nadie
Nadie
me dijo que esto iba a ser fácil.
Nadie
me dijo que iba a estar tranquilo, nadie me dijo que todo iría bien.
Nadie
me contó su experiencia, algunos me aconsejaron, pero adornaron la
historia y parecía un camino suave y pacífico.
Nadie
fue crudo y veraz, nadie admite sufrir, y sólo cuentan lo bueno y
suavizan lo malo e incómodo.
Nadie
quiere estar triste, y cuentan todo con caras felices.
Nadie
nunca me dijo «va a caerse, se va aporrear, se va a equivocar
tantas o más veces de las que va a acertar.», nadie nunca me
advirtió.
Nadie
quiso angustiarme antes de tiempo, meterme el miedo en el alma para
aprender a vivir con él y superarlo.
Nadie,
nadie.
Nadie
quiere mostrar sus heridas y su fragilidad, por miedo a que se
aprovechen de eso.
Nadie
me ha contado que ha sido engañado, que también lloró, que también
se cayó y aprendió.
Nadie
me cuenta que se sigue cayendo, que la vida es eso, que es caerse y
aprender, para caerse de nuevo, muchas veces.
Nadie
me ha dicho que la vida es un golpe que puede dejar un sabor de
satisfacción luego de innumerables porrazos.
Nadie
me ha contado todos sus fracasos, sin saber que el valor de un ser
humano no se mide por sus logros o sus derrotas, es valioso por ser
humano y por vivir.
Nadie
se quiere quitar la vergüenza de encima para decir «la he
cagado, miles de veces y he hecho poquitas cosas bien, pero sigo
viviendo, trastabillando e intentando ser mejor cada segundo, pero
sabe, la sigo cagando y a pesar de todo, sigo viviendo y sigo
insistiendo.»
Nadie,
nadie.
Nadie
quiere que lo vean como un inútil, y que lo tachen y le reprueben y
le saquen en cara cada error y cada cagada.
Nadie
ha sido valiente para decir «estoy cagado del miedo, casi todo el
tiempo, pero hago lo mejor que puedo y doy todo de mi para ser feliz,
y aún así la sigo cagando, sigo con miedo y sigo cometiendo errores
y estupideces y a veces soy feliz.»
Nadie
es capaz de llorar para admitir en su sano juicio que ha herido a
muchos y ha botado a la basura incontables oportunidades, porque
piensa que eso lo hace un paría y que debe ser rechazado y aislado
de la gente útil y feliz.
Nadie,
nadie.
Nadie
me ha gritado «¡Vivir es complicado! porque requiere sudor,
lágrimas y sangre, tragarse el orgullo, la ira, frustrarse, llorar,
sufrir, sentirse sólo, bruto e indeseable, y a veces sentirse el
ombligo del mundo, querido, indispensable y amado; equivocarse mil
veces y acertar una. Porque la vida es eso, es un camino distinto
para cada uno, y sólo recorriéndolo es como se aprende y como se
vive, la vida es un camino sin un objetivo fijo, puede cambiar, puede
ser difuso en ocasiones, y a veces no habrá objetivo y al recorrerlo
podrá encontrarlo.»
Porque
un grito así ayudaría mucho, me despertaría del letargo que pesan
sobre los días, y tal vez así yo gritaría a otros en algún
momento y sería más clara la vida.
Y
aquí sigo, cayendo, aprendiendo, embarrándola, tirando a la basura
segundos, oportunidades, esfuerzos, instantes y situaciones; todo
buscando esos esquivos momentos de felicidad, los cuales son
difíciles de reconocer y de atrapar.
Comentarios
Publicar un comentario