Recuerdos (II)

Era una de esas mañanas, de esas malditas mañanas en la que hacía todo como un autómata, 6:50 de la mañana, lleva despierto algo más de dos horas y ya estaba sentado en el mismo PC, revisando el correo y esperando a que fueran las 7.

Alguna canción sonaba mientras revisaba el correo, era algo que lo desatoraba, le hacía sentir algo de control en cada acción, posiblemente Sabina o algún blues; no cambiaba mucho hacía semanas, Sabina se había convertido en un buen salvavidas en ese caótico mar llamada vida.

Eso era en los primeros meses del 2012, ahora, mucho más de un año más tarde, no le parece tan caótico y añora varios momentos de ese entonces: las madrugadas, la caminata corta pero exigente en aquella calle cuesta arriba, las conversaciones sobre diversos temas, la tensión, las preguntas sobre computadores, los microsueños en varios momentos del día, las medias nueves: los pasabocas con gaseosa, la hora del almuerzo sólo o mejor acompañado ,el parques, la salida, el estudio, el viaje de regreso, la música en los audífonos mientras pasaban rápido las luces nocturnas de la ciudad y el silencio acaparaba todo por el cansancio de la gente.

Buenos momentos, siempre exigiéndose más, con el cuerpo cansado pero la cabeza llena de ideas.

Ahora eso no es. Sólo son recuerdos y a veces vale la pena sentirlos.

Siempre los recuerdos llegan e inundan instantes de ahora, la música ayuda a despertarlos, al principio lentamente, como se despierta un animal pesado, luego será difícil calmarlos, como a un animal hambriento.





Hasta la Próxima

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