¿Verdad?

Hace algún tiempo conocí una historia de un lago y su gente, de una lago inmenso donde la gente pasaba mucho tiempo, un lago hermoso y fascinante y de gente común y corriente:



En aquel inmenso lago de aguas transparentes, lleno de vegetación y vida; en aquel hermoso lago la gente acostumbraba ir a bucear, largas horas de buceo, de búsqueda, de aventura, la gente iba al lago porque era la única fuente segura de aquello que todos buscan: algo valioso.

Todos sabían nadar, bucear muy bien; y a pesar de esto, a veces salían maltrechos después de su búsqueda, el lago a pesar de ser hermoso y estar lleno de buenas cosas, no era un lugar fácil, no era sencillo estar allí, siempre que se nadaba se corría el riesgo de salir herido o de morir, aún así, todos seguían acudiendo al lago a buscar.

Siempre la gente entraba al lago buscando alguna de aquellas perlas, el lago era una fuente inagotable de ellas, estaba infestado; pero no siempre era fácil llegar a las ostras y a veces no se dejaban abrir fácil, a veces al abrirlas se estropeaba la perla, con lo que la búsqueda resultaba inútil.

A pesar de todo esto, la gente iba por millares, las perlas eran un tesoro codiciado, cada persona quería tener su perla.

Lo más curioso de todo, era que la gente que obtenía su perla salía contenta, conforme, llena de satisfacción y convencimiento, la gran mayoría de las personas que salía con una perla se iba de aquel lago y jamás volvía a buscar, jamás regresaban al lago, lo olvidaban por completo.

Sin embargo habían algunas pocas personas que salían con su perla y se iban contentas, pero regresaban al poco tiempo, no era suficiente para ellos, querían otra perla, otra diferente, buscar en otro lugar del lago, regresaban a la aventura de buscar, al peligro de estar allí en el lago y algunas volvían a salir triunfantes, con una nueva perla.

Muchos de los que repetían búsqueda se iban por fin satisfechos, convencidos, tenían dos perlas diferentes y eso los dejaba tranquilos, sin embargo seguían existiendo personas para las cuales dos perlas no era suficiente y volvían a sumergirse, a buscar, a aventurar, algunos lograban encontrar nuevas perlas, otros no, y seguían insistiendo.

La mayoría de las personas sólo tenían una perla y con eso les bastaba, vivían tranquilas y cómodas, algunas otras tenían dos o tres y estaban tranquilos, y un puñado lograban acumular muchas perlas, seis, siete o tal vez más esos eran los más felices, su cuerpo era un mar de cicatrices, de heridas, las continúas aventuras del lago habían hecho esto, pero sus rostros reflejaban una paz y tranquilidad inmensas, como el lago mismo.

Aquellos que más tenían perlas siempre decían que querían seguir buscando perlas, pero que su cuerpo ya no soportaba las búsquedas, ya no aguantaban bien aquellas aventuras, vivían tranquilos.



Tiempo después supe cómo se llamaba el lago, su nombre era lago VIDA, también supe como llamaban a las perlas, a cada perla la denominaban VERDAD.





 



Hasta la próxima.








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